Haciéndonos de cuentos - Editorial PyC No.23
En la biblioteca de casa siempre hemos tenido una pequeña selección de cuentos para niños, y conforme han pasado los años me he dado cuenta de la importante influencia, más allá de lo que imaginé, que han tenido en el comportamiento de mis hijas.
Los cuentos que les leía de muy pequeñas, con los que jugábamos, los que se tenían que repetir tres veces antes de dormir, tienen algo especial. Quedan grabados en sus memorias.
Los fragmentos de las historias que están en esos libros, los utilizan como si fuesen filtros, o plantillas semitransparentes que insertan en su realidad cotidiana, en la escuela, en casa, en la calle. Les sirven de modelo para las situaciones que enfrentan.
El poder echar mano de una expresión aprendida de alguna de esas historias, que encaja con lo que están viviendo en el mundo real, les brinda más seguridad al toparse con alguna situación, buena o mala. Los cuentos se convierten en una herramienta a su disposición.
Por eso, me parece importante compartirles esta experiencia, que estoy seguro no es cosa extraña y muy probablemente tenga parecido con lo que ustedes han vivido, especialmente si han tenido cuentos en su casa, de esos que traen dibujitos, que alimentan la imaginación con situaciones sorprendentes, o reflexiones sencillas y muy coloridas.
Hace algunos días revisaba la lista de útiles escolares para el regreso a clases de septiembre 2025. Me llamó la atención la petición de la maestra de mi niña más pequeña, al incluir en el listado que cada niña o niño lleve un cuento, como donativo, para la biblioteca del plantel. Me parece una gran idea, pues tan solo un aula con unos veinte niños por poner un ejemplo, pues ahí ya son ¡veinte cuentos!. Más que suficientes para entretenerse en todo el ciclo escolar, más los que se acumulen.
Me dí a la tarea de buscar en la tienda amazon alguna historia para donar, y recordé que bien podríamos dar a la escuela uno de los cuentos más gustados en casa, que se llama "La peor señora del mundo" de Francisco Hinojosa. Y viendo los precios me sorprendí, positivamente, porque me parecieron bastante accesibles. "La peor señora del mundo" que está apoyado por el fondo de cultura económica (https://fondodeculturaeconomica.com) cuesta solo $36 pesos en formato plasta blanda. Nada mal, pensé. Luego vi otros de precios similares, como "La mala del cuento" a $37 pesos; "El rey que se equivocó de cuento" en $36 pesos; "El vampiro y otras visitas" en $42.50; "No me lo vas a creer" en $36 pesos; y así una larga lista de cuentos muy accesibles.
Luego pensé en ¿porqué el sistema educativo no tiene llena hasta el último estante las bibliotecas de las escuelas con libros, si esto es una ganga?; y mi mente viajó a las gorras, banderines, lonas, y una larga lista de accesorios que las autoridades gubernamentales compran, con fuertes sumas de dinero, para maquillar o decorar eventos efímeros, alguna inauguración, corte de listón por apertura de x, y o z lugar.
¿Cuántos cuentos se podrían comprar?. Muchos. Pero las prioridades siempre están algo torcidas cuando de invertir dinero público se trata. Sobre todo cuando el dinero es fruto del esfuerzo de otras personas y no del funcionario en turno, que lo distribuye a su gusto. Así se gasta sin empacho y más agusto.
Pues bueno, el asunto es ese. Ojalá nos tomemos una pausa, y pensemos en el valor que proporciona, a corto y largo plazo, invertir en algo tan importante para la vida de las y los niños. Una bolsa de papas en el OXXO cuesta lo que dos cuentos en amazon. Dejemos pasar el antojo solo un día y ayudemos a la escuela de nuestra colonia.
Ayudemos a eso, a llenar sus bibliotecas, porque así los niños tendrán más de cerca la oportunidad de explorar mundos fantásticos, divertidos, que les dejarán grandes experiencias y les aportarán valiosas herramientas de comunicación.
La experiencia con mis niñas me ha dejado claro el poderoso efecto de los libros. Nos haremos de algunos nuevos cada vez, y quizá más adelante se interesen por historias más complejas, con menos dibujitos.
No importa si son impresos o digitales, aquí lo importante es acercarlas a ellos.